jueves, 23 octubre 2025
Por: Katherine Cruz
El presidente Gustavo Petro destapó en las últimas horas una compleja red de narcotráfico, operada por multinacionales criminales desde centros financieros foráneos, que usa puertos colombianos para enviar cocaína a Europa y EE. UU. en contenedores. Esta nueva perspectiva desmitifica la imagen tradicional del tráfico de drogas, señalando a actores globales como los verdaderos cerebros de la operación.
En una reciente rueda de prensa con medios internacionales, el presidente Petro detalló cómo gran parte del negocio del narcotráfico en Colombia está en manos de multinacionales criminales que no residen en el país, sino que operan desde grandes centros financieros internacionales. El mandatario enfatizó que la cocaína no sale principalmente en lanchas, como comúnmente se difunde, sino en contenedores marítimos a bordo de buques mercantes. Estos parten de los principales puertos colombianos —Buenaventura, Cartagena, Barranquilla y Santa Marta— con destino a Europa y Estados Unidos.
Petro explicó que estas zonas portuarias, epicentros del narcotráfico, coinciden con las regiones más violentas del país, un reflejo directo de la profunda infiltración del crimen organizado en el poder político y estatal. Subrayó la labor de su gobierno en la estrategia de incautación y control, que ha consistido en decomisar la cocaína en diversas rutas de transporte. Estas operaciones se realizan en carreteras, bodegas, puertos y alta mar, fruto de una coordinación efectiva entre la Armada Nacional, la Policía y organismos de inteligencia internacionales.
El presidente resaltó la invaluable cooperación con países como Italia, Alemania, Francia, España, Estados Unidos y varias naciones sudamericanas, que ha permitido realizar grandes incautaciones sin pérdida de vidas humanas. Este éxito se atribuye al meticuloso trabajo de inteligencia y a la infiltración en grupos criminales, marcando una evolución en la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, Petro diferenció esta persecución de la relación con los campesinos cultivadores de coca, impulsando una sustitución voluntaria y concertada de cultivos con apoyo económico y comercial.
Esta estrategia dual ha reducido la violencia en comparación con los anteriores programas de erradicación forzosa. A pesar de los avances internos, el presidente lamentó la falta de cooperación internacional eficaz en la incautación de bienes y capitales del narcotráfico fuera de Colombia, lo que limita significativamente los progresos en la lucha global contra este flagelo. La efectividad de esta política progresista depende, en gran medida, de una acción coordinada y más contundente de la comunidad internacional.
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